PARA MARVEL SIEMPRE HUBO DOS OPCIONES PARA
GWEN STACY: MATRIMONIO O MUERTE.
Este es el capitulo final de mi disertación
iniciada el mes pasado dedicada a los araño-filos y gente interesada en este
tema.
En el pasado siglo, al leer el número 3 del
SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA (la versión mexicana publicada por Macc Division
Historietas) en 1,974, yo estaba completamente perplejo sobre como el grupo
Marvel explicó en segundos, la manera en que había matado a Gwen Stacy.
(Luego leería
la historia en su idioma original publicada en SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA #121.)
Yo leí y volví a leer, las líneas dichas por
el Duende Verde, sobre como una caída de esa altura podría matar a cualquiera
antes de impactar el suelo, en este caso contra el agua, pero no le encontraba sentido
a eso.
En esa misma época, había una teoría en donde
aseguraba que las victimas de tales caídas morían por sofocación porque el aire
que roza la cabeza seria demasiado rápido para respirarlo, hasta alguien se
tomo el trabajo de calcular que 60 millas por hora era la marca necesaria para
tal acto funesto. Posteriormente, todas estas hipótesis se comprobaron como
falsas.
Volviendo a 1,973, el Hombre Araña
anteriormente ya había rescatado docenas de personas quienes habían estado
cayendo de grandes alturas ¿por qué esto era diferente? la esperada respuesta a
esta incógnita seguía dilatándose en el reino oscuro de la editorial.
Pasaban los meses y los lectores del
SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA que seguían comprando la colección comenzaban a ver
como su otro yo, Peter Parker, empezaría a enfrentarse con la nueva dirección
que tomaría su destino sin la mujer que todos pensaban estaba señalada a ser su
esposa y compañera en la vida.
Vuelvo a recalcar que en la época que fue
publicado el relato de la muerte de Gwen Stacy, gran parte de los fanáticos de
historietas aprendían el verdadero significado de la vida y la muerte, algo
inusual de ver para muchos acostumbrados a pensar que el contenido de las historietas
llenas de paginas con paneles a colores, es para consumo infantil - juvenil.
La dura lección que todos los lectores
aprendieron fue a costa de la felicidad de su héroe.
Pero en una era que no existe Internet, sin
acceso a los perpetradores para tratar de buscar sus explicaciones sobre este
acto, solo quedaba entablar comunicación por medios de cartas a la editorial.
Un caso especial fue Stan Lee, quien era el
unico de la editorial que realizaba seminarios para extender el credo del
cosmos Marvel, con continuas conferencias en las universidades que estaban
dispuestas a verlo promocionando sus productos y siempre deleitándose entre sus
pares de ser el único editor-escritor con sus brazos abiertos para todo el
mundo que lo alabase. Todo un animal político en ventas.

Al pasar los años, fue evidente que el tipo
tenia gran confianza en sus hinchas que llamaba "verdaderos creyentes,"
al llegar al extremo de modernizarse en su apariencia poniéndose pelucas para
cubrir su pelada cabeza y ropa chillona para sentirse extravagantemente “groovy”
como los jóvenes universitarios, pero como lo explique en mi blog [Comics Fan
Files] al hablar sobre argumentos absurdos que afectan el animo de los
admiradores de Arañita, luego de salir a la venta el número con la
controversial muerte, el “profesor hippie” se encontró con furiosos fanáticos,
todos fastidiados por su "genial" decisión editorial que lo hicieron
sentir atemorizado por su pellejo.
Al fin, pasaron no uno, no dos, no tres, sino
cuatro meses (después que salio a la venta el ejemplar que sacudiría el género
de los superhéroes) un editorial explícitamente defensivo apareció en la
columna de cartas de EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA #125.
Siguiendo al predecible flujo emocional de sus
consumidores, la mayoría mostrándose pasmados por este giro mórbido de los
eventos, el "personal de la editorial" ofreció su argumento en su
defensa sobre la muerte de Gwen Stacy.
Aquí la casa de la ideas confirmaba que fue el
mismo héroe quien era directamente responsable de la muerte de su pareja.
"[. . .] nos entristece tener que decir
que el efecto del látigo que ella experimentó cuando la telaraña de Arañita la
detuvo tan de improviso fue, de hecho, lo que la mató.
Abreviando, fue imposible para Peter salvarla.
Él no podría haberse columpiado a tiempo; la acción tomada por él resultó en la
muerta de ella; si él no hubiese hecho nada, ella ciertamente hubiese tenido
que perecer. No había ninguna salida."
De seguro esto elevó más la tragedia a casi
niveles míticos, pero afortunadamente para Peter, él sinceramente no se había
percatado de haber cometido el crimen. Lo que más alboroto causaba, como sea,
fue la misma explicación por tal decisión editorial; que fue
"necesario":
La relación
entre Pete y Gwen habían estado atravesando un montón de subidas y bajadas sin
consecuencias y a menos que los dos fueran a casarse, no había más que hacer. Pero
el matrimonio parecía una equivocación, también. Peter no estaba lo
suficientemente listo.
Así que Gerry,
Roy [Thomas, editor], y Stan debatieron el asunto [. . .] todos alcanzaron la
misma conclusión inevitable: la muerte de Gwen estaba simplemente destinada a
suceder [. . .]
Los
eventos se han construidos solos de una forma que su única resolución lógica
fue la tragedia. [. . .] Así que no culpen a Gerry. No culpen a Stan. No culpen
a nadie. Solamente los trabajos inexorables e inescrutables sobre las circunstancias
son culpables esta vez.
Ya uno puede imaginar a un fanático leyendo
esta justificación descocada y como criatura pensante, este reaccione con
disgusto.
Al intentar absolverse ellos mismo de la
responsabilidad a los ojos de sus admiradores, ese equipo creativo estaba
tratando de decir que el deceso de Gwendolyne Stacy fue un ingrediente orgánico
de la historia que se desarrollaba ¡un evento "ineludible" que
solamente tenía dos alternativas, matrimonio o muerte!
Todos ellos ignoraron en esas discusiones que tenían
docenas de posibilidades (Gwen encontrando otro novio, tener un trabajo que la
saque del escenario, discutir con Parker y definitivamente desaparecer, que
ella se mude a otra historieta, etc. Ustedes pueden pensar en otras sugerencias.)
Lamentablemente, las implicaciones de misoginia
en el universo Marvel controlado por Lee y sus fieles empleados son para
titubear.
¿Es la muerte la única alternativa creativa al
matrimonio de un personaje femenino importante o fue esto meramente la elección
de un escritor perezoso atemorizado para manejar la historia y llevarla hacia
ese camino?
Por si las moscas, aquí hay una definición de
mediocre: ser de inteligencia poco sobresaliente.
Esto es ciertamente irónico que uno de los
momentos mas memorables de la maduración del medio (la línea que divide una
edad de ingenuidad y una era de sabiduría a duras penas obtenida) deba tener
que ser aceptado en lo que se interpreta en un acto imprudente de cobardía
creativa. Como sea, lo hecho, hecho esta y la historia ha sido escrita.
La conclusión es que la muerte de Gwen Stacy
no puede ser exagerada en términos de importancia para el medio de historietas
y en particular para el género de superhéroes. Tan vasta y cósmica en la medida
que pueden ser algunas aventuras de superhéroes.
Al leerla uno en ese preciso instante en que
fue publicada, fue uno de los momentos más trágicos y grandes de este género,
fue la historia mejor narrada sobre una joven chica con una historia intima
para desgarrar corazones, fue la historia sobre el fallecimiento del amor
verdadero de un superhéroe.
Cuando el escritor Kurt Busiek y el dibujante
Alex Ross crearon la sobresaliente mini-serie MARVELS en 1,994 que trata sobre
una exploración sincera del universo Marvel establecido en los años sesentas y
principios de los setentas, ellos les dieron a los lectores, una ventana hacia
un mundo nunca antes visto con ese grado de verosimilitud.
En ese momento, el estilo usado en el arte
pintado de Ross fue foto realista como para quitar el aliento y le prestó un
sentido aumentado de apariencia y fidelidad a porciones de relatos clásicos
hechos por talentos como Ditko, Kirby y otros.
Los primeros tres números repasaron algunos de
los momentos de la historia de las historietas Marvel desde su inicio como la
editorial Timely en 1,939, pasando por la primera aparición de los robóticos
cazadores de mutantes llamados Centinelas en 1,965 hasta la llegada del
devorador de planetas llamado Galactus en 1,966.
Pero mientras el alcance del tema en aquellos
primeros tres números fue seguramente grandioso, la ultima entrega tenia que
traer un cierre a la jornada entera con tanta grandeza épica y gran drama como
fuese posible. Para cumplir con esta eminente meta, Busiek y Ross escogieron
enfocar el último número de MARVELS en el auge y caída de la participación de
cierta neoyorkina dentro del universo Marvel en 1,973.
Para lectores viejos fue todo un impacto el
volver a rememorar la muerte de Gwen Stacy. El dúo Busiek - Ross supieron
ilustrar a los nuevos lectores, la impresión imborrable que dejó esa única
historia en los anales de historietas de superhéroes. Muy agudo de su parte el
pagar tributo a una aventura digna de una opera.
La muerte de Gwen Stacy fue indudablemente el
fin de una era, una sacudida tectónica que movió los cimientos duros del género
de superhéroes dentro de su ciclo de causa y efecto interminables hacia un
nuevo paradigma que mejor reflejaba las sensibilidades culturales y socio-políticas
de sus lectores.
Con la desaparición de la prometida de Peter
Parker y la presentación en los siguientes meses de personajes violentos como
los anti-heroicos Castigador (Punisher) y Glotón (Wolverine), la siguiente fase
en el desarrollo del negocio de los superhéroes había llegado, no con un
centellante relámpago, menos con fanfarrias triunfales sino con el sonido de
una hueca fractura del hueso de un cuello.
Aun más: esto demuestra que los comics podían
ser "adultos" antes que aparecieran "los Vigilantes" y
otros productos en ese estilo.
Otro que sí: si hubiese estado la Internet en esa época,
esta se hubiese partido en la mitad, los internautas habrían demandado que
rodaran cabezas de Marvel por la muerte de Gwen Stacy.
Este es el fin de la disertación, gracias por
su atención, me despido de todos hasta una próxima colaboración.
Escrito por Héctor Augusto Sovero Gastañeta.