viernes, 14 de octubre de 2011

Relatos de un Coleccionista Comiquero

VALHALA DE PAPEL.- por Carlos Lavin.

Volvamos en un viaje temporal al año de 1972, en un mundo donde la internet no existía, las computadoras portátiles eran cosa de ciencia ficción, la TV era en blanco y negro (acá) y solo había tres canales (ya era bastante que una familia tuviera un solo televisor), las combis no habían aparecido en Lima (ni en el Perú), los pirañitas no se formaban aún, y el General de división Juan Velasco Alvarado estaba en el poder, era el Presidente del Perú por facto.


Bueno ya estas situado en esa época, yo contaba con 6 años y encontré en mi casa una colección de chistes (en ese tiempo llamábamos así a los comics) de mi primo, y quede fascinado de por vida, le pregunté a mi mamá si podía conseguir más y me llevó a los kioskos (puesto de periódicos), debo explicarles algo, si ibas a cualquier kiosko, no faltaban chistes, 10, 20, 30, de ellos, los kioskos mas respetables los colgaban en la parte de afuera en cordeles con ganchitos y el kiosquero te sacaba el que quisieras.


El surtido de revistas se renovaba cada semana, la distribuidora Navarrete traía chistes en cantidades industriales. Recuerdo que mi propina de los sábados era de 5 soles, con mi propina iba a los kioskos o a una pequeña distribuidora frente a Mirones, podía comprarme 8 a 10 chistes, un chocolate sublime y una coca-cola chica, en ese tiempo la plata valía. Los recreos en mi colegio eran un pequeño mercado de chistes, en los cuales veías una fila de 30 o 40 chiquillos leyendo, cambiando o comprando sus chistes favoritos. Los mercados de Mirones, Palomino, Callao, Breña, El Rimac, el Mercado central, eran otra fuente inagotable, no existía uno que no contara por lo menos con un kiosko que alquilara y vendiera sus chistes, ahí se podía alquilar o comprar los que no habías leído.


Coleccionar comics o chistes en ese tiempo era un pasatiempo divertido, sano y barato, no había juegos de video o play station y los niños (y no tan niños) nos entreteníamos con eso. La gente leía no solo chistes, también leía libros.



He seguido coleccionando chistes toda mi vida, retomando la afición nuevamente, pero la mejor colección de todas data de esa época: Comics de la Legión por Curt Swan, Thor y Vengadores de Kirby y Buscema, Spider-man de Ditko y Romita padre, Jasón Blood (Etrigan), Kamandi, Maxisol el hombre milagro (Mister Miracle), Los Nuevos Dioses, Batman y X-Men de Neal Adams, Superman de Swan y Anderson, Hombre Halcón de Murphy Anderson y Linterna Verde de Gil Kane. Ojo que solo estoy nombrando las colecciones que mas me gustaban y solo esos pasaban facil de los 500... Si me gustaba mucho un dibujo o una carátula simplemente compraba otra y la recortaba y pegaba en un cuaderno de dibujo. Entiéndase (para mi dispensa) que coleccionar chistes en aquel entonces no era como el coleccionar comics ahora, eran tan baratos que no se tomaban muy en serio. Era la época perfecta para un coleccionista de comics, pero lo bueno no dura para siempre....


El General Velasco Alvarado era otro golpista de los muchos en nuestra historia, era socialista y como todo buen socialista de la época, su hobbie no eran los chistes, sino atacar al imperialismo Yanqui. En 1975 el Gral. Velasco fue mas allá y so pretexto de incentivar la producción nacional prohibió la importación de todos los productos norteamericanos, hasta la coca-cola tuvo problemas, todos los productos made in USA eran mal vistos y los chistes ya no eran bien vistos por el gobierno (al ser propaganda yanqui).
Pero ¿como erradicar un pasatiempo tan arraigado entre la población? Muy fácil, atacando a los principales consumidores, los niños.


Por iniciativa del Ministerio de Educación, dentro de los textos de Lenguaje de los colegios de primaria, se añadió un capítulo titulado “Los chistes: sub-literatura que daña la mente de la niñez”, aquellos que tengan mas de 30 o 40 años deben recordarlo, con el pretexto de que Superman era el reemplazo yanqui de un Dios, o que el Tio Rico McPato era un epítome del imperialismo económico norteamericano (y Donald y sus sobrinos sus lacayos tercermundistas), entonces se decidió el cese inmediato de esa basura para la niñez peruana, los profesores del colegio prohibieron los chistes porque hacían daño, si te encontraban alguno te lo rompían. Aparte del dichoso capítulo del libro se filtró otra noción, “los chistes son solo para bebitos” así que para que tus amigos no te agarraran de punto, comprabas chistes discretamente y los leías en tu casa, mi hermano y otros amigos dejaron de comprarlos, la gran mayorìa de niños lo hizo.



Además debido a la prohibición de la importación los chistes comenzaron a llegar de contrabando y sus precios se elevaron (a diferencia del contrabando de productos que matan la industria) no se porqué, pero los precios en México también, las editoriales Novaro y Prensa duplicaron y triplicaron sus precios al llegar a los kioskos peruanos.
El daño ya estaba hecho, en mi opinión personal creo que se hizo un daño irreparable, no por el hecho de cortar la importación de chistes, sino por erradicar el hábito popular de la lectura, la gente que leía chistes en su niñez pasaba paulatinamente en su adolescencia y adultez a leer libros.
Un hábito llevado con alegría y naturalidad se convirtió para la niñez en un acto impositivo y proscrito. Averigüen ahora el nivel de lectura entre los niños y adolescentes en el Perú, las cifras son para llorar.


Sucedió a Velasco otro General llamado Morales Bermúdez (quien le diera el golpe a él desde Tacna un par de años despúes) pero la cosa siguió igual. Como buen rebelde anti-sistema, yo seguía comprando chistes, no con la frecuencia de antes (excepto cuando me hice mi colección de Conan en una tarde caminando del mercado central hasta mi casa, 3 km. pero valió la pena).


Mi colección siguió creciendo hasta 1980 (a puertas de regresar a la democracia), luego de regresar con mi familia de unas vacaciones de verano en Pucusana no encontré el velador donde guardaba el grueso de mi colección. Mi abuelita lo vendió, lo regaló, lo quemó, no sé, nunca me dijo su destino.
No crean que por eso quise menos a mi abuelita...aunque el enojo me duró meses...
Ahora el daño estaba hecho, fuera de mi casa y dentro de ella. El tesoro mas querido de mi niñez...se perdió como el Unicornio azul de Silvio Rodríguez...aunque suene dramático de ese golpe nunca me he recuperado.
Volver a juntar la colección era impensable, no había tiempo, ofertas ni dinero, aparte de que los chistes habían cuadriplicado o quintuplicado su precio, ya no se encontraban así nomás, más por impotencia que por rabia decidí abandonar el pasatiempo. Bueno, al menos eso creí en ese momento...


CARLOS LAVIN, dibujante, publicó en Expreso la tira “El pequeño Einstein”, miembro fundador del grupo de dibujantes Fusión, publicó por cuenta propia la historieta de los M3W, actualmente es uno de los más prolíficos y trabaja para distintas publicaciones independientes del medio, paginas web, etc..y entintó los primeros capítulos de Park Comics. Ah, no es el “loco tijera” de los 80‘s por siacaso...

5 comentarios:

  1. ¡Gran artículo! El mejor que he leído hasta el momento en este blog. Felicitaciones a Carlos Lavin.

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  2. Muy bueno el artículo, lo reboté desde mi blog. Osea pegué algunos extractos y puse un enlace directo a este blog para los que quieran leer la nota completa.

    http://comicapocalipsis.blogspot.com/2011/10/excelente-cronica-de-carlos-lavin-sobre.html

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  5. Muy bueno Carlitos. Imagino que será motivo para escribir mi versión apócrifa de como me volví coleccionista, aunque yo viví aquello por los 80s.

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